En esta ocasión, la ganadora de la Jam Literaria C-66 fue Silvia Suárez, con su texto Mauricio Disruptivus. En la próxima edición de junio, el tema elegido por nuestra ganadora será Cantando bajo la lluvia. Os esperamos el viernes 29 de junio a las 21h en Calabria 66.
MAURICIO DISRUPTIVUS - Silvia Suárez
Mauricio estaba sentadito delante del despacho de la señorita Matilde con su mamá. Era la reunión trimestral y él estaba un poco nervioso porque era los suficientemente inteligente como para saber que mamá se enteraría de cosas que uno no cuenta habitualmente a las madres. Cuando tienes 11 años, ya puedes imaginar las consecuencias de tus actos.
La señorita Matilde no era una bruja, era simpática y paciente pero muy dura cuando hacías una de las gordas.
- Sra Bermúdez, dijo la Srta Matilde, Mauricio es un niño inteligente, estudia bien, es rápido, un poco demasiado movido. El problema es que es básicamente disruptivo.
Patapám. La potencia de esa palabra ininteligible aplastó a Mauricio con la fuerza de los 5 tomos del diccionario de la RAE.
Aclarémoslo. La Srta Matilde no dijo: “le tira el pelo a la niña de delante, patea en la espinilla a los chicos que no le pasan la pelota, interrumpe en clase en medio de una explicación…. ¡No, no, no! No dijo nada de eso, dijo claramente: DISRUPTIVO.
De vuelta en casa, Mauricio preguntó tímidamente a su mamá -¿Qué es disruptivo, mamá? – Ni idea, pero no suena bien, así que sea lo que sea que estás haciendo, dejá de hacerlo y punto!
Pero la palabra le caía bien a Mauricio, sonaba importante. Los demás chicos no habían recibido, de boca de la Srta Matilde, ese calificativo ni ningún otro de tanta enjundia. Así que su autoestima subió y su pecho se hinchó orgullosamente como el de un palomo en celo. Y comenzó a transmitírselo a los chicos y lo repitió tantas veces, que hasta los amigos, cuando Mauricio hacía alguna trastada , decían: - Es que es disruptivo.
Disruptivo se convirtió en su identidad. Mauricio no podía desprenderse de ella.
Cuando fue algo mayor se le ocurrió que era un buen argumento para ligar. Una tarde, en un bar, se acercó a una chica que estaba tomando coca cola en la barra y se puso a pegar la hebra con ella, que se mostró un pelín esquiva. Tratando de fardar de algo, del tipo “juego al básquet o me gusta conducir el coche de mi papá, le dijo: - Yo soy disruptivo, ¿sabés?´ La chica lo miró atónita y le contestó: -Un boludo es lo que sos, lárgate o me pongo a gritar ahora mismo.
No, disruptivo no servía para ligar.
Se fue el diccionario y, por primera vez, trató de saber qué quería decir. Le costó, porque no estaba en todos los diccionarios. Finalmente lo encontró: “que interrumpe bruscamente y genera desorden en su entorno” Mauricio se desesperó, tanto tiempo sintiéndose superior y ahora eso. Siguió buscando: que crea caos a su alrededor, que no respeta los tiempos de palabra, ansioso, que va de una actividad a otra lo que disminuye su rendimiento” Buena se le había hecho la Srta Matilde, él estaba tan orgulloso de saberse disruptivo que se había hecho más seguro de sí mismo y menos ansioso porque ya tenía una identidad con nombre importante.
Se sintió estafado por Matilde, pero no quiso pasar por la humillación de explicar a sus compañeros lo que había encontrado, así que lo fue superando solo y poco a poco.
Pasaron algunos años. En el grupo de los amigos de Mauricio, las hormonas comenzaron a hacer de las suyas y se pasaban el día entero hablando de chicas, de que aquella estaba buena, la otra tenía bonitos ojos y otras cosas que aquí no repetiremos en beneficio del buen sentido de la estética discursiva. Y, claro Mauricio también. Era un chico que había crecido bien, tenía muy buena pinta y atraía sonrisitas tontas.
Un día conoció a Clara. Era linda, divertida, bailaba bien y cantaba alegremente cuanta canción conocía. Comenzaron a tomarse las manitas cuando paseaban, después se besaron y llegó el momento de …“el gran día”. Mauricio no tenía experiencia y lo consultó con Manuel, que se vanagloriaba de haber llevado al éxtasis a varias vírgenes.
Manuel pasó a describirle y explicarle algunos trucos y maniobras básicas para que no se notara tanto que era un novato. ¿Y si la dejo embarazada? preguntó Mauricio. -Usá condón. Mirá, lo de interrumpir en el último momento no, porque es arriesgado las primeras veces y además, la chica se puede quedar a dos velas.”
Mauricio se quedó pensando. Sí, ya había oído “Coitus interruptus”, vale, pero un coito puede ser interruptus por varias razones, yo no quiero que nos interrumpan. Estrategias: apagar los móviles, desconectar el teléfono fijo, asegurarse de que no hay nadie en casa de Clara y poner la cadena en la puerta de entrada por si alguien viene sin avisar, ¡ah! y preparar una salida de emergencia por si el padre de Clara entra directamente por el garaje. ¡¡Uff!!, por fin se sintió menos agobiado.
Los dos jóvenes se reunieron entre nerviosos y embobados y alguna expresión de temor. La habitación de Clara era grande y cómoda, invitaba a quedarse en ella. Cada vez más emocionados, se sentaron en la cama entre risitas. Mauricio comenzó a desabotonar la blusa de Clara,
- Espera, encendamos alguna vela y apaguemos las luces, dijo la chica.
Nuevo intento y avance en las maniobras por ambos lados.
- Espera, la almohada me molesta
- Mira Clara, si no quieres no lo hacemos, no quiero molestarte o agobiarte
- No, si yo tengo muchas ganas, dijo Clara poniendo cara de gatito mimoso mientras le quitaba la camiseta a Mauricio.
Todo siguió su curso normal, bueno, es un decir porque ¡ay tu rodilla se me clava en la pierna, espera, pon el brazo un poco más arriba, no así no porque me aplastas el estómago, ¡Clara, tienes un lunar en una tetita!, espera que se me ha enganchado la cremallera del pantalón, Mauricio, tienes un pelo en la oreja, arráncamelo, ay no, me da cosa, no lo mires, entonces, quítame tú las braguitas, no me quites los calzoncillos que tus uñas me raspan, ay la pierna un poco más arriba, espera, baja un poco el culo, no puedo abrir tanto las piernas y así hasta que, sin darse cuenta, ya lo habían hecho y ambos, novatos pero satisfechos, se separaron sudorosos.
Vale, pensó Mauricio, ya sé qué es ser disruptivo.